Si estás considerando estudiar arquitectura es probable que te hayas preguntado cuántos estilos arquitectónicos existen y en qué se diferencian. Si es así, llegaste al artículo correcto, ya que esto te permitirá apreciar la riqueza y diversidad que existe en esta fascinante disciplina que combina el arte, la ciencia y la tecnología. Continúa leyendo que te contamos.
Un estilo arquitectónico es definido por un conjunto de características de diseño, técnicas constructivas y elementos estéticos que son típicos de un tiempo en específico, de una región geográfica, o de una filosofía arquitectónica particular. Estas características pueden incluir desde la elección del material y la técnica de construcción hasta detalles ornamentales y la disposición espacial.
Los estilos arquitectónicos no solo definen la apariencia de un edificio, sino también su estructura, materiales y métodos de construcción. Además, cada estilo tiene su propio lenguaje visual y simbólico, que comunica ideas y valores específicos a través de la forma y el diseño.
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El estilo clásico se originó en la antigua Grecia y Roma, y se caracteriza por su énfasis en la simetría, la proporción y el uso de elementos decorativos como columnas, frisos y frontones.
Las estructuras clásicas suelen ser monumentales y están construidos con materiales duraderos como el mármol y la piedra. Este estilo ha influido en la arquitectura occidental durante siglos y sigue siendo una referencia importante en la actualidad. Además, se distingue por su uso de órdenes arquitectónicos, como el dórico, jónico y corintio, cada uno con sus propias características y proporciones específicas.
Simetría y proporción.
Uso de columnas (dórico, jónico, corintio).
Elementos decorativos como frisos y frontones.
Materiales duraderos como mármol y piedra.
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Este estilo arquitectónico surgió en Europa durante la Edad Media y se caracteriza por sus estructuras altas y esbeltas, con arcos apuntados, bóvedas de crucería y grandes ventanales con vitrales.
El gótico buscaba crear una sensación de elevación y luminosidad, y se utilizó principalmente en la construcción de catedrales e iglesias. Se distingue por su ornamentación detallada y su uso innovador de la piedra y el vidrio.
Estructuras altas y esbeltas.
Arcos apuntados y bóvedas de crucería.
Grandes ventanales con vitrales.
Ornamentación detallada.
Uso de contrafuertes y arbotantes.
Este estilo arquitectónico surgió en el siglo XV en Italia, inspirado en los ideales de la antigua Roma y Grecia.
Los edificios renacentistas suelen tener fachadas equilibradas, con ventanas y puertas alineadas en patrones geométricos. Este estilo lo puedes identificar por el uso jardines y patios interiores. Además, se distingue por su énfasis en la armonía y la proporción, así como por su uso de técnicas avanzadas de construcción y diseño, como la perspectiva lineal y la geometría.
Simetría y proporción.
Fachadas equilibradas con patrones geométricos.
Elementos decorativos como pilastras y cornisas.
Incorporación de jardines y patios interiores.
Uso de perspectiva lineal y geometría.
Interés por el humanismo, la racionalidad y el equilibrio estético.
El estilo barroco se desarrolló en Europa durante los siglos XVII y XVIII, y se caracteriza por su exuberancia y dramatismo. Los edificios barrocos suelen tener fachadas ornamentadas, con curvas y contracurvas, y un uso abundante de estucos, frescos y esculturas.
Este estilo busca crear un impacto visual fuerte y transmitir una sensación de movimiento y dinamismo, aprovechando luz y el espacio. Además, el estilo barroco se caracteriza por su énfasis en la teatralidad y la emoción, lo que se refleja en sus diseños complejos y detallados, así como en la utilización de efectos de luz y sombra para crear un ambiente dramático.
Exuberancia y dramatismo.
Fachadas ornamentadas con curvas y contracurvas.
Uso abundante de estucos, frescos y esculturas.
Énfasis en la teatralidad y la emoción.
Uso innovador de la luz y el espacio.
El neoclasicismo surgió como una reacción contra el exceso del barroco en el siglo XVIII, y se caracteriza por su retorno a la simplicidad y la claridad de los principios clásicos.
Los edificios neoclásicos suelen tener fachadas sobrias y equilibradas, con columnas y frontones que evocan la arquitectura de la antigua Grecia y Roma.
El estilo neoclásico se caracteriza por su énfasis en la racionalidad y la claridad, lo que se refleja en sus diseños simples y ordenados, así como en la utilización de elementos decorativos discretos y elegantes.
Simplicidad y claridad.
Fachadas sobrias y equilibradas.
Uso de columnas y frontones.
Materiales como mármol y piedra.
Énfasis en la racionalidad y la claridad.
También conocido como Art Nouveau, se desarrolló a finales del siglo XIX y principios del XX, y se caracteriza por su rechazo a los estilos históricos y su énfasis en la innovación y la funcionalidad.
Los edificios modernistas suelen tener formas orgánicas y fluidas, con líneas curvas y decoraciones inspiradas en la naturaleza, usando materiales como el hierro, el vidrio y el hormigón. Este estilo integra del arte y la arquitectura, y se caracteriza por su énfasis en la creatividad y la experimentación, lo que se refleja en sus diseños únicos y originales, así como en la utilización de técnicas y materiales innovadores.
Rechazo a los estilos históricos.
Formas orgánicas y fluidas.
Líneas curvas y decoraciones inspiradas en la naturaleza.
Uso de materiales como hierro, vidrio y hormigón.
Énfasis en la creatividad y la experimentación.
La arquitectura contemporánea abarca una amplia variedad de estilos y tendencias que se han desarrollado desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Este estilo se caracteriza por su enfoque en la sostenibilidad, la tecnología y la innovación, y por su uso de materiales y técnicas de construcción avanzadas.
Los edificios contemporáneos suelen tener formas geométricas y minimalistas, con fachadas de vidrio y acero, y un énfasis en la eficiencia energética y el diseño ecológico. Lo que se refleja en sus diseños versátiles y multifuncionales, así como en la utilización de tecnologías avanzadas para mejorar la eficiencia y el rendimiento de los edificios.
Enfoque en la sostenibilidad y la tecnología.
Formas geométricas y minimalistas.
Fachadas de vidrio y acero.
Énfasis en la eficiencia energética y el diseño ecológico.
Flexibilidad y adaptabilidad en los diseños.
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